Enero 2025
Fernando Domínguez Pozos//@fher_dgz
El lunes 20 de enero de 2025 marcó el inicio de una nueva administración en el país vecino, Estados Unidos. Donald Trump, candidato triunfador por el Partido Republicano tomó posesión por segunda ocasión como presidente de aquel país. El suceso se transmitió por televisión a diversas regiones y sitios del mundo, por supuesto, en este y el Otro México el seguimiento y cobertura mediática fue total. De hecho, incluso en cuestión de espacio y duración de algunas televisoras fue superior al otorgado a la investidura de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, en octubre de 2024.
¿Por qué? Ciertamente porque, tanto en su discurso como candidato como en su discurso de investidura de presidente, Trump se refirió nuevamente a la frontera, a temas geográficos, a la migración y a otros intereses que impactan en la vida cotidiana de la población mexicana.
En un evento de alto despliegue mercadológico, al más puro estilo del american lifestyle, el inicio del gobierno Trumpista tuvo varios actos. Primero, la ceremonia oficial, donde los expresidentes demócratas Joe Biden, Barack Obama y Bill Clinton, junto al expresidente republicano George W. Bush, fueron testigos (involuntarios) de primera instancia del montaje del empresario que, en la primera década del siglo XXI, se convirtió en la imagen de un reality show: El aprendiz.
El primer discurso de Trump fue una provocación para las audiencias: una serie de anuncios que parecían ignorar los procesos judiciales y legislativos que se requieren para ser ejecutados, pero que lograban reacciones inmediatas y efusivas entre sus seguidores, tanto en vivo como en sus hogares. Este discurso, en varias ocasiones, contrastaba con la realidad: ya que mientras hablaba del reforzamiento de fronteras, las personas (con visas vigentes) continuaban en su tránsito cotidiano entre ambos países. En los grupos en redes sociales, los usuarios seguían compartiendo el tiempo de espera de cruce en auto o a pie, porque la dinámica fronteriza en una de las regiones de mayor tránsito del mundo no puede detenerse. Si bien, las cadenas informativas mostraban el rostro de -un pequeño grupo – de personas que habían visto canceladas sus citas para la solicitud de asilo a través de la aplicación de CBP One en el momento de la entrada de Trump. El hecho era que la mayoría de quienes mantienen una vida entre ambas naciones seguían con sus actividades. Ciertamente, con temor o inquietudes que en los últimos cuatro años no habían experimentado, pero con la claridad de que en ambos países se requiere de su actividad laboral y económica.
La segunda parte de la obra de tres actos de Trump estuvo respaldada por los dueños de las herramientas y aplicaciones que marcan la vida digital de cibernautas en el mundo: Mark Zuckerberg, de Meta; Jeff Bezos, de Amazon; Sundar Pichai, de Google; y Elon Musk, de Tesla, este último convertido en una de las nuevas figuras controvertidas, mediáticas y políticas de la vida norteamericana y, por lo tanto, a nivel global.
En varios medios y en redes sociales circuló la fotografía de estos cuatro personajes, incluso con mayor impacto que cualquier imagen de los expresidentes de aquel país, del propio Trump o de alguna otra personalidad que estuviera presente en el evento. Del otro lado de la línea, en el estado de California, las empresas de estos personajes son parte del retrato cotidiano: con parkings listos para que el usuario de un Tesla pueda estacionar y recargar, con repartidores humanos y de IA entregando productos adquiridos a través de Amazon, y con los corporativos de Meta y Google establecidos en esta región, donde además cohabitan un significativo número de migrantes: mexicanos, centroamericanos, sudamericanos, asiáticos, entre otros. Y, es que la multiculturalidad que representa California es resultado de la migración creciente y constante de las últimas décadas.
El tercer y último acto de Trump estuvo acompañado de la base de quienes representan a sus votantes. Como si de fondo sonara la icónica canción de Miguel Mateos: “nene, nene ¿qué vas a ser?, cuando seas grande …” , aventando las plumas con las que firmaba y haciendo pases de baile, como una figura de la cultura pop estadounidense. Ahora bien, todo este montaje ha funcionado mediáticamente: analistas discuten en diversos foros, los medios audiovisuales se mantienen atentos a las fronteras y sus reforzamientos. Sin embargo, en la vida cotidiana, el habitante de este Otro México, continúa planificando su viaje a un lugar de entretenimiento en California, organizando su actividad deportiva del otro lado del mundo el fin de semana y transitando diariamente al empleo que conserva en Estados Unidos para retornar a dormir al suyo.
No es válido decir que no pasa nada, solo y tan solo acotar que las personas seguirán caminando, cruzando y buscando oportunidades en un país donde sus magnates se retratan con el poder, pero siempre van a requerir del migrante.